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DIETAS CETOGÉNICAS 

EN EL TRATAMIENTO DEL SOBREPESO Y LA OBESIDAD

Partiendo de la premisa básica de que la pérdida de peso es una consecuencia del balance energético negativo, sería posible deducir que el ayuno prolongado sería la mejor técnica para reducir peso, sin embargo no lo es por las siguientes razones: causa hambre, supone la pérdida de masa magra, causa neutropenia y aumenta los niveles de bilirrubina en suero. La pérdida total de nitrógeno después de 3 a 4 semanas de inanición sería de aproximadamente 200 g, correspondiente a 1, 250 g de proteína y equivalente a una pérdida de 6 kg de tejido muscular, de modo que se generaría un resultado de aspecto caquéctico y ante la reintroducción de alimentos se lograría la rápida recuperación del peso perdido. 

 

La dieta cetogénica se ha utilizado con éxito desde la década de 1920 para el tratamiento de las convulsiones epilépticas en niños; sin embargo, se ha utilizado como propuesta dietoterapéutica para el sobrepeso y obesidad a partir de la década de 1970, provocándose un importante auge de las dietas altas en proteínas impulsada por los libros sobre la dieta de Atkins; sin embargo los informes científicos sobre la eficacia de dicha dieta aparecieron mucho más tarde.

Las hexosas y pentosas, así como sus polímeros, han jugado un importante papel en la dieta del humano. El organismo tiene la capacidad de sintetizar carbohidratos a partir de otros compuestos; razón por la cual algunos autores los han considerado nutrimentos no esenciales; pese a esto las recomendaciones dieto-terapéuticas clásicas sugieren un porcentaje de consumo que oscile la mitad del total de calorías de la dieta habitual.

 

Por otra parte, a pesar de la creciente investigación y empleo de las dietas muy bajas en carbohidratos en el control de peso y manejo del síndrome metabólico no se cuenta con la suficiente información sobre los efectos en el rendimiento deportivo. Las dietas cetogénicas pueden ser útiles en los deportes que incluyen las divisiones de clase de peso.

 

Las características distintivas del tratamiento con dieta cetogénica son la producción de cuerpos cetónicos (principalmente β-hidroxibutirato, acetoacetato y acetona), productos de oxidación de ácidos grasos en el hígado y la reducción de los niveles de glucosa en la sangre. Los cuerpos cetónicos proporcionan un sustrato alternativo a la glucosa para la obtención de la energía, y en el cerebro en desarrollo también constituyen elementos esenciales para la biosíntesis de las membranas celulares y lípidos.

 

Por otra parte, las dietas cetogénicas han mostrado beneficios cardiovasculares y en el metabolismo de los glúcidos, ya que promueven un perfil lipídico poco aterogénico, una disminución de la presión arterial y una menor resistencia a la insulina. Se ha sugerido también que estas dietas podrían tener efectos anticancerígenos, además de otros atributos benéficos sobre el metabolismo aeróbico y el sistema nervioso central a nivel de comunicación interneuronal; mientras que a la par se mantiene la controversia sobre los efectos adversos en especial los relacionados con las funciones hepática y renal.

FUNDAMENTOS SOBRE LAS DIETAS CETOGÉNICAS Y SU USO

 

Las dietas cetogénicas incrementan los niveles de colesterol HDL y generan reducciones significativas de las concentraciones sanguíneas de triglicéridos, por lo que son consideradas como cardioprotectoras. Además mejoran el metabolismo de la glucosa, disminuyendo los niveles sanguíneos tanto de esta como de insulina, así como la presión arterial.

Las dietas cetogénicas se consideran efectivas en el tratamiento de diabetes mellitus tipo II, para prevenir o retrasar la pérdida de masa magra corporal total y la sarcopenia que se asocian al envejecimiento, esto debido a que favorecen un balance proteico positivo, por su alto contenido de proteínas.

El fundamento metabólico de las dietas cetogénicas es el cambio de glucolítico a lipolítico que ocurre en ausencia de carbohidratos. A consecuencia de esto, los lípidos resultan ser la principal fuente energética. Esto a su vez, evita la insulinorresistencia, favoreciendo la síntesis de glucógeno, mejora el perfil glucémico y los niveles plasmáticos de hemoglobina A.

Los cuerpos cetónicos resultantes de la activación del metabolismo lipolítico provocado por las dietas cetogénicas, mediante la activación de la glutatión peroxidasa y el subsecuente incremento en la síntesis de glutatión mitocondrial, reducen la muerte celular. Por lo que se considera que este tipo de dieta incrementa el poder antioxidante del organismo.

En cuanto al efecto anticancerígeno que se les ha atribuido a las dietas cetogénicas, se ha evidenciado su eficiencia en la reducción del tamaño tumoral, debido a la menor disponibilidad de glucosa, así como a la inhibición de la angiogénesis.

Las dietas cetogénicas provocan un mayor efecto de saciedad debido a que los lípidos y las proteínas permanecen en el estómago durante un mayor período de tiempo, así como a la inhibición del apetito causada por el beta-hidroxibutirato y la acetona. El aumento en la sensibilidad del sistema nervioso central hacia la leptina y el descenso en las concentraciones plasmáticas postprandiales de grelina, son probablemente los res- ponsables de que las proteínas tengan un mayor efecto anorexígeno que los carbohidratos. 

En la obesidad comunmente hay una elevación de niveles circulantes de leptina (inhibidora del apetito), por la resistencia a la acción de la misma, mientras que la grelina estimula el apetito.

Por otra parte, uno de los supresores más potentes del apetito es la colecistoquinina, hormona estimulada por la ingesta de proteínas y lípidos, más no por el de carbohidratos.

El cambio metabólico propiciado por las dietas cetogénicas se lleva a cabo cuando el contenido de carbohidratos de la dieta es suficientemente bajo para causar cetosis. Por lo tanto el nivel de carbohidratos que requiere tener una dieta cetogénica destinada a la pérdida de peso, debe ser inferior a 0.2-0.4g/kg de peso por día, cubriendo el resto del porcentaje con consumo de lípidos y proteínas.

Bajo la misma cantidad de calorías, la dieta cetogénica es más eficiente que una dieta baja en grasas, lo que se debe a la menor eficiencia metabólica de ésta. Además de la pérdida energética causada por la eliminación de cetonas por medio del aliento y la orina, la gluconeogénesis también representa una importante pérdida energética, ya que se necesitan 110g de proteínas de calidad media para la formación de 60-65g de glucosa, lo cual genera una pérdida diaria de 400 a 600 Kcal/día aproximadamente.

En cuanto a los estudios a largo plazo sobre dietas cetogénicas, éstos no superan un tiempo mayor a dos años, sin embargo sucede lo mismo en el caso de las dietas convencionales, por lo que esta situación metodológica no se puede considerar como una limitante de las dietas cetogénicas. El hecho de que ningún estudio supere los dos años de duración, puede deberse a que no suele haber pacientes dispuestos a mantener una dieta ininterrumpida por un tiempo mayor al mencionado. Los principales motivos de este suceso son: expectativas irreales al inicio del tratamiento por parte de los participantes, interrupción por periodo vacacional, estilo de vida incompatible con la dieta, edad y nivel de estrés.

 

DESVENTAJAS DE LAS DIETAS CETOGÉNICAS

El uso de las dietas cetogénicas tiene diversas desventajas que no se presentan en la dieta convencional. La primera de ellas es el aporte de vitaminas y minerales que ofrecen las dietas cetogénicas, que es muy bajo y no cubre los requerimientos de las personas, lo cual se debe a que la restricción de carbohidratos también limita en gran medida la ingesta de frutas y verduras, que son los alimentos más ricos en los micronutrientes mencionados. Esta situación también va a repercutir en la ingesta de fibra dietética, que igualmente va a ser baja y puede generar episodios de estreñimiento.

CONCLUSIONES

Tanto la dieta cetogénica, como la no cetogénica son eficaces en la pérdida de peso.

Entre las ventajas que nos puede ofrecer la dieta cetogénica, se encuentran que tiene un mayor efecto saciante, lo que puede disminuir la ingesta calórica, no afecta el perfil lipídico e incluso puede ayudar a mejorarlo, específicamente reduciendo las concentraciones plasmáticas de colesterol total y triglicéridos, así como aumentando los niveles de colesterol HDL.

Mientras que las desventajas son: limitación de la ingesta de vitaminas, minerales y fibra, que son muy importantes para el funcionamiento correcto del organismo, efectos adversos como estreñimiento, halitosis, diarrea, astenia, calambres, entre otros.

 

Nutr. clín. diet. hosp. 2013; 33(2):98-111Covarrubias Gutiérrez, P.1; Aburto Galván, M.1; Sámano Orozco, L. F.2

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